martes

EL RETRATO



Contemplaba tu retrato
ligeramente amarillo,
quizá de tanto mirarlo
o del tiempo transcurrido,
y como siempre, pensando
si era más parecido
a la virgen de Leonardo
o a la virgen de Murillo.

Contemplaba tu retrato
como un acto clandestino,
como un hábito sagrado,
cotidiano, como un rito,
y retomaba el pasado
sin moverme de mi sitio,
prisionero de tus labios
y de tus ojos cautivo.

De tantos besos, de tantos,
a cuál más lento, más vivo,
a cuál más largo, más sabio,
más dulce, más encendido...
de aquellos ojos, milagro
de secretos compartidos
y de sueños dibujados
en lienzos indefinidos.

Contemplaba tu retrato
desde el final al principio
para encontrar el lejano
itinerario perdido,
y como siempre, pensando
si era más parecido
a la virgen de Leonardo
o a la virgen de Murillo

En tu rostro había algo
angelical, inaudito,
como un espejo sagrado
de milagros y de mitos
porque tu rostro era el canto
del ancestro, del principio,
del ideal, del encanto,
del mejor de los caminos.

De tantos besos, de tantos,
a cuál más lento, más vivo,
a cuál más largo, más sabio,
más dulce, más encendido...
de aquellos ojos, milagro
de secretos compartidos
y de sueños dibujados
en lienzos indefinidos.

Contemplaba tu retrato
ligeramente amarillo,
quizá de tanto mirarlo
o del tiempo transcurrido,
y como siempre, pensando
si era más parecido
a la virgen de Leonardo
o a la virgen de Murillo...
a la virgen de Leonardo
o a la virgen de Murillo.

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